Llueve. Y llevo mordida el Alma.
Tiempo. Es lo que necesito.
Más ahora que sabemos que muy pronto nuestro centro educativo cierra sus aulas.
No hay nada que me de más miedo que la ira de una persona tranquila…
Corre el rumor de que somos unos “Don Nadie“. Pero debo ser lo bastante sorda como para ver la salida. Empiezo a acunar los buenos recuerdos. Me quedo en unos labios que miran al frente.
Voy a ponerme mis zapatillas negras con rojas cerezas.
Me busco, y me encuentro reconstruyendo sentimientos.
Llueve. Llueve a mares.
Cuando llegue el momento, y pueda atraer la lluvia, mi ira se convertirá en unas botas pisacharcos.
De momento, me quedo aquí. Justo en la casilla de salida.